La ex propietaria del mítico local de Altamirano, que dará el pregón de las fiestas del Antiguo, lamenta que Oviedo no haya querido ser la primera capital Cincuenter de España

Yolanda Lobo Arranz, Yolanda la de la Santa Sebe, está que no le llega la camisa al cuerpo; vamos, “con los nervios a flor de piel”. No es para menos a escasos días de que el espacio Kuivi Almacenes Industriales acoja “La Santa Fiesta”, un evento que por una noche revivirá el espíritu y en cierta medida la escena de lo que fue el mítico local de Altamirano, diez años después de su cierre. Ahora es Yolanda la de Cincuenter, una iniciativa que reivindica las capacidades de las mujeres de más de 50 años y que tristemente Oviedo ha dejado escapar por falta de presupuesto municipal. Y en homenaje a su contribución al Antiguo, dará el pregón de las fiestas que organiza Oviedo Redondo.
La Santa Fiesta. 5 de abril en el Kuivi (por cierto, las entradas están agotadas) ¿Cómo llevas este reencuentro con lo que fue la Santa Sebe y supongo que muchos de tus colaboradores y clientes de entonces?
Estamos con los nervios a flor de piel, Mira, yo eso del minimalismo nunca lo entendí; siempre quiero más y ya me están diciendo que está todo. Es una sensación de vértigo, muy emocionante, porque es más que una fiesta; vamos a reencontrarnos. Lo que quiere la gente es volver a verse, compartir barra y volver a estar como en la Santa. Estoy pensando cómo será la sensación de volver a verte allí, aunque el sitio, obviamente, no el mismo, el Kuivi representa de alguna manera aquella época de la Santa más de garaje, más industrial de la Santa, más diferente. Vamos a echar de menos a muchísima gente, pero lo más importante es que vamos a celebrar que es a lo que estamos.
La Santa Sebe, vista con perspectiva, fue muy grande para quienes pudimos disfrutarla.
Por eso te digo que estoy nerviosa por pasar una noche así, porque aunque el local ya no está, lo importante es sobre todo el espíritu con el que entrabas y estabas en el bar; si querías transgredir, transgredías, y si eras un clásico, lo eras. Era un contenedor de gente, de tendencias, de formas distintas de vida, lo que hoy se llama la diversidad. Y quiero que el día 5 la gente se sienta tranquila, segura y bien, como entonces, cuando eso se lograba porque la gente hacía mucha piña y quería respetar el local y ante una actitud faltosa respondía: aquí no tienes sitio.
¿Cómo ves el ambiente cultural, la música, el arte, en fin, la creatividad en Oviedo?
Estoy expectante porque Costillas lideró un resurgimiento cultural en la ciudad y lo estaba haciendo muy bien y ahora pienso que estamos un poco de letargo. A ver cómo viene la candidatura para la capitalidad europea de la cultura y la gente que traen de fuera con otra perspectiva para gestionarlo; a ver si son precursores de todo lo que hay en Oviedo. Creo que no hay liderazgo cultural, lo estaba haciendo muy bien Costillas o también Caunedo, que tenía un planteamiento cultural muy interesante pero, claro, no sabemos hasta donde podría haber llegado.
¿Qué necesita Oviedo?
No hay espacios, no hay salas de exposiciones municipales. Si quieres hacer un evento grande ¿Dónde vas? Para ser capital cultural hay que tener infraestructuras culturales. Lo de la Santa es un regalo para la capitalidad porque el local fue un motor cultural. Hace falta un sitio que combine música en vivo, diversión, diversidad y respeto. Se vio el otro día en la presentación de la capitalidad. Había un montón de gente con talento, pero lo que necesitamos es que nos dejen hacer. Yo con este tema, estoy esperando a ver qué pasa. Espero que la capitalidad traiga un plan estratégico cultural a medio plazo, que sepamos a donde vamos y que no cambie cada vez que haya elecciones.
El apoyo a una iniciativa como el Kuivi puede ser un comienzo.
Si, muy bien. Apoyan al Kuivi y no a Cincuenter. Tenemos que irnos de Oviedo con todo lo que estábamos haciendo y te preguntas ¿Por qué no mantienes el apoyo a lo que funciona?
Bueno, pues hablamos de Cincuenter, el proyecto que lideras desde que pasaste de la noche al día.
Es una iniciativa que no tiene presencia continua: Preparamos unos encuentros nacionales, y luego un festival de cortos que lo hicimos en La Laboral, Grado, Noreña y Arriondas. En esos encuentros visibilizábamos a mujeres de más de cincuenta sobre la revolución generacional, en diferentes aspectos, como el estilo, por ejemplo, Pepa Fernández hacia aquí el programa. Funcionaban muy bien y ahora tenemos que salir de Oviedo porque a La Fundación Municipal de Cultura, o al concejal, no le interesa. Aquí vinieron la directora de cine Chus Gutiérrez, Anabel Alonso, Belinda Washington, Sole Giménez, Eva Orúe, directora de la feria del libro de Madrid, Paula Brotons o Tania Martínez, la directora general del grupo Semana. Se trata de un movimiento potente y que tiene mucho que decir.
¿Te da pena tener que hacerlo fuera de Oviedo?
Claro. Queríamos hacer de Oviedo la capital Cincuenter porque esta es una ciudad con muchísimas mujeres de esta generación y lo que se puede ver como una debilidad, en realidad es una fortaleza. Podríamos convocar a cientos de mujeres en la ciudad para hacerla la primera capital Cincuenter, trayendo a muchas mujeres de toda España y que hubiera una programación cultura todo el año con perspectiva de género y generacional.
¿Cómo ves el feminismo actual en relación a cómo lo entendías en tu juventud?
Todo evoluciona, no puedes pensar en lo mismo de hace cuarenta años. En España vivimos un momento en el que nos metieron al enemigo dentro, pero somos fuertes y poderosas y no van a poder con nosotros. A las mujeres es muy difícil que nos vuelvan a desunir. Habrá formas de ver las cosas diferentes, pero seguimos siendo mujeres peleando por mujeres.
¿Qué fueron para ti los 80?
En los 80 estaba mucho con el compromiso político y no había dado el paso a la Santa, que la cogí años después y entonces se fusionó en nosotras esa idea política con la diversidad. Dijimos, espera, que podemos hacer esa lucha pero divirtiéndonos, Haciendo la fiesta del SIDA, en lugar de dar panfletos. Era transgresor pero a través de la diversión y la noche, manteníamos ese espíritu reivindicativo. Lo bueno de la Santa y de Cincuenter es que no se pueden copiar.
¿Cómo ves a la gente joven de ahora?
No tengo mucha idea, la verdad. Antes, en el bar me daban mucha energía y me obligaban a reciclarme siempre. Vivía con ellos y trabajaba con ellos. Lo echo de menos. A los de ahora los veo muy distintos, los que nacieron en los 70, parecen mayores que nosotros, los de los 60.
¿No crees que ahora se prohíbe demasiado?
Un cliente muy callado de la Santa me dijo cuando prohibieron el tabaco que él pensaba que iban a legalizar los porros y prohibieron el tabaco en los bares…pero bueno, como la gente lo acata… Me acuerdo que contratamos hasta un mimo para que fuera diciendo a los clientes que no fumaran y no hizo ni falta.
¿A quién te gustaría traer si siguiera la Santa?
Si estuviera abierta hoy, me molaría Rigoberta Mandini, La Bien Querida, María Peláez.
¿Qué momentos recuerdas desde el punto de vista musical de la Santa?
Dos momentos, uno cuando se fue la luz en un concierto privado de Rosendo y compramos velas y siguió la gente tocando y cantando, y luego la imagen que tengo de Eva y Juan, los amarales, a las cuatro de la mañana cantando Como Nicolas Cage en Living Las Vegas. Son momentos increíbles. También me emocionó mucho cuando fueron los de la Compañía Nacional de Danza de Nacho Duato y se pusieron a bailar en la zona de atrás, que estaba llena de espejos, o la compañía de Joaquín Cortés bailando a las siete de la mañana y estar sentada en la barra flipando.
Pregonera de las fiestas del Oviedo Redondo. La reina del Antiguo por un día ¿Vaya momentazo que te espera, no?
Para mí es como volver a la infancia. El Antiguo es un barrio donde entonces había de todo, desde yonquis y putas, hasta el Museo de Bellas Artes, el Arqueológico, la Catedral…Y este pregón que me ofrecen desde Oviedo Redondo supone cerrar un ciclo de mi vida. Ser pregonero de San Mateo es muy guay, pero serlo de las fiestas del Antiguo…para mí el Antiguo es mi Oviedo. Pero está muy mal cuidado. Le falta vida, hay que dejar hacer, facilitar que la gente vuelva, hacer actividades que compaginen la vida vecinal y comercial. Hay que cuidarlo y mimarlo.