El clérigo luanquín inició su relación con el difunto papa Francisco en la Argentina natal del segundo, y a convertido el apoyo a los jóvenes, a los reclusos y a los migrantes en tres de las piedras angulares de su labor eclesiástica
La cristiandad todavía llora la pérdida de Jorge Mario Bergoglio, por siempre recordado como el papa Francisco, ocurrida en Roma el pasado 21 de abril. Sin embargo, como sucede en toda tragedia, de nada sirve regodearse en el dolor; sólo queda mirar al frente, tomar aire y seguir adelante, por uno mismo y por quienes quedaron atrás. De ahí que este miércoles haya arrancado en la Ciudad Eterna el Cónclave del que saldrá designado el próximo Sumo Pontífice, cita que ya se postula como una de las más ecléctica y globales de la historia de la Iglesia. Al fin y al cabo, un total de 133 cardenales, procedentes de la friolera de 71 países, tiene la responsabilidad de decidir el nombre del sucesor de Bergoglio, en un Vaticano cerrado a cal y canto, blindado como búnker soviético y ante el cual se congregan miles de fieles. Y, de entre todo los participantes, uno de ellos se erige como claro representante de la lejana Asturias: Ángel Fernández Artime, quien fuese, de hecho, uno de los purpurados más cercanos al fenecido papa.
Nacido en Luanco en 1960, Artime vio la luz en el seno de una familia ligada al mundo de la pesca, aunque no tardó en decantarse por la vía clerical, uniéndose a los Salesianos de Don Bosco. Una vez completada su formación, y tras emitir sus primeros votos en 1978, y los definitivos en 1984, en 1987 el asturiano fue ordenado sacerdote en León, y en 2009 a Argentina, donde asumió el cargo de Superior de la Provincia de Argentina Sur. Fue en el transcurso de dicha estancia cuando trabó contacto con Francisco. «En aquel momento él era el cardenal Jorge Mario Bergoglio; yo, el provincial de los salesianos, y tuvimos múltiples encuentros», recordaba recientemente Artime. Ese nexo inicial se fue fortaleciendo con el correr de los años, cuando se desempeñó como Rector Mayor de los Salesianos, y en 2023 el Sumo Pontífice otorgó al luanquín la púrpura cardenalicia. Así las cosas, no sorprende que, en la misa en memoria del difunto oficiada en San Pablo, Artime recordase la labor de Bergoglio con una invitación a continuar «al servicio de los pobres, los marginados y los olvidados».
Cambiar el «color de la piel» ante una «Europa dormida»
De hecho, de Francisco llegó a celebrar que, bajo su mandato, la Iglesia Católica está «cambiando de color de piel», un cambio que, a su juicio, «hace bien», pues «interpela a una Europa dormida». Una percepción nada despreciable, viniendo como viene de un clérigo especializado en educación y pastoral juvenil, y que, a lo largo de su carrera, se ha preocupado especialmente por los jóvenes en prisión y los migrantes. Tanto es así que, en una visita a la prisión de Ferrante Aporti, en Turín, el asturiano expresaba la alegría de encontrarse entre los jóvenes, pero también «la amargura de verlos en un lugar como la cárcel», y concluida compartiendo con los reclusos su deseos de «encontrarlos el año que viene en otro lugar».
Pero Artime tampoco ha ocultado su preocupación, al igual que el papa Francisco, por las personas migrantes y las «imperdonables» muertes en el Mediterráneo. «Es una realidad social tan desbordante que tendría que haber todo un acuerdo de diálogo político y social entre los países», argumentó en su día el purpurado. Así las cosas, en su función de cardenal, Fernández Artime sirvió como miembro del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Su responsabilidad está ahora en la Basílica de María Auxiliadora de Roma y anteriormente visitó 120 países de todo el mundo como Rector Mayor de los Salesianos aunque asegura seguir muy vinculado a su tierra. «He conocido muchos sitios y siempre he hablado muy bien de Asturias porque me enamora y la llevo en la sangre», aseguró tras ser nombrado Hijo Predilecto del Principado el pasado mes de octubre.
