En los últimos días han aparecido brazos y manos que estrechan los troncos de los árboles del parque como símbolo de rechazo al proyecto del Ayuntamiento para construir un aparcamiento en su parte baja
No es habitual que las protestas sociales o laborales vayan más allá de eslóganes llamativos cuando no hirientes o insultantes hacia quien van dirigidos, lanzamiento de petardos atronadores e incluso conatos de violencia o disturbios. Lejos de esta tendencia, el colectivo vecinal El Campillín no se Toca, que se opone a la construcción de un aparcamiento subterráneo en la parte baja de este emblemático parque ovetense, ha recurrido a la imaginación para visibilizar su reivindicación.
Uno de los principales motivos por los que rechazan el parking proyectado por el Ayuntamiento es por el temor a que su construcción dañe está zona verde y acabe con muchos de sus árboles, algunos con décadas de vida. Y qué mejor modo de reflejar ese rechazo que abrazando a esos árboles, lo que varios miembros del colectivo han querido visibilizar colgando de ellos brazos y manos que se aferran a los troncos mostrando su cariño.
Esta original y pacífica forma de “protesta”, que se suma a otras iniciativas del colectivo, como la recogida de firmas o la colocación de carteles en locales comerciales y de hostelería, parece que no gusta a ciertas personas desconocidas que durante noches pasadas retiraron algunos de los brazos que se aferran simbólicamente a los árboles del Campillín en un “afán destructivo” como señala un integrante de la plataforma.


