“Hay que hacer un plan y preguntarnos cómo nos afecta. Transformar el Mercado no es poner cuatro bares arriba, ya hay bastantes en la zona”

Con 44 puestos de venta, alrededor de cien trabajadores y una afluencia de miles de personas semanalmente, el tradicional Mercado de El Fontán es uno de los principales motores económicos de la parte antigua de Oviedo. Tras el rechazo de los comerciantes a la reforma propuesta desde el Ayuntamiento, especialmente por no compartir la inclusión de una nueva planta dedicada a hostelería, ahora el futuro del mercado está en el limbo y los comerciantes reclaman diálogo a los responsables municipales para que escuchen sus alternativas, con voluntad de llegar a un acuerdo. En todo caso, habría que buscar nuevos fondos, una vez perdidos los Next Generation que se habían consignado desde Europa.
Desde que en junio del pasado año los comerciantes de Mercado El Fontán rechazaran por mayoría la reforma del recinto propuesta por el Ayuntamiento y que incluía una nueva planta con espacios para establecimientos hosteleros y otros usos, el proyecto ha quedado paralizado y su reactivación va a depender de dos factores: que el Consistorio consiga nuevos fondos económicos una vez perdidos los 2,4 millones de euros que iban a llegar de Europa y que ahora habrá que devolver, y que los responsables municipales logren negociar un acuerdo con esos comerciantes.
Diseñado por el arquitecto Javier Aguirre en 1882, finalizando su construcción en 1885, e incluido en el catalogo de edificios protegidos de Oviedo, la última gran reforma del recinto se acometió hace 30 años, de manera que el espacio muestra ya deficiencias notables especialmente en el estado de su cubierta, en la pintura, en las cámaras comunes de frío o en lo que se refiere a la climatización y el cerramiento de los puestos.
La propuesta de la polémica: un espacio hostelero dentro del mercado

En 2021 desde el Ayuntamiento se habló con el colectivo para conocer sus necesidades y se lograron fondos Next Generation para un proyecto que incluía, para sorpresa de los afectados, un nuevo espacio de hostelería. Fuentes del Mercado aseguran que “cuando se preguntó por las necesidades en ningún momento los comerciantes pidieron una planta de hostelería; pidieron renovar la cubierta, nuevas persianas para los puestos y otras mejoras. Eso lo metieron ellos y provocó fricciones porque pensaban que las obras se iban a alargar mucho y tendrían que estar fuera del recinto durante un tiempo prolongado”.
Desde entonces, añaden, hubo una serie de reuniones poco fructíferas y “vacíos de información” que fueron crispando los ánimos y alejando las posturas de ambas partes. El nuevo equipo de Gobierno municipal trató de enderezar el rumbo, pero “hasta última hora no trasladaron la información completa. Hubo poca comunicación y cuando te juegas tu trabajo tienes que comunicar todo y a tiempo”.
La salida de los comerciantes durante la obra iba a ser por fases, a la Plaza de El Fontán, y no parecía descabellada, según el Mercado, pero ante las quejas de los vecinos se desechó esa opción. La última propuesta era ira una carpa a la explanada de la parte de abajo de El Campillín durante 14 meses. “Eso gustó poco a los comerciantes porque tenían miedo a que no hubiera gente y les fuera mal. Y como tampoco se les dio garantías o ayudas en caso de ir mal ni ningún otro aliciente como paralizar el tiempo de la concesión administrativa que es hasta 2044, pues se negaron”. La votación de junio se saldó con 19 votos en contra, 11 a favor y 1 abstención. Los comerciantes que aceptaban la propuesta valoraban que el proyecto permitiría relanzar un mercado renovado durante unos cuantos años, lo que sería bueno para sus negocios. Así las cosas, desde el Mercado se pide que si llegan nuevos fondos se constituya una mesa de negociación con voluntad de ceder por ambas partes en ciertos aspectos en cuanto al tema de la hostelería y los tiempos y el lugar para la salida”.
«No queremos arriesgar nuestros negocios por una decisión del Ayuntamiento que nos perjudica»
Manuel Rodríguez, Lito, de Pecados Paco, es uno de los que votaron en contra de la reforma. Relata a miOviedo su versión de lo ocurrido. “Al principio había mucha incertidumbre, hubo poca información y pasó lo que pasó, a pesar de que estábamos avisando. No teníamos las cosas claras. Con el cambio de Gobierno hubo reuniones muy tensas. Yo por ejemplo, reformé mi puesto y la primera propuesta de reformar el tejado, la climatización, etc., era buena. Pero luego plantearon esa primera planta de hostelería y no había ni estudio económico sobre el coste de la salida y ni siquiera fechas. El Ayuntamiento no hizo una buena gestión. Hasta el punto de que en una de las últimas reuniones ni nos dejaron hablar y trajeron a la prensa”.
Lito entiende que “esta es la obra más importante de Oviedo porque a diferencia de otras, aquí hay gente trabajando y quisieron que firmáramos sobre la marcha y sin valorar nada. Resulta que por cuatro bares se pierde la reforma. ¡Pero si la zona ya está llena de bares y restaurantes estupendos!”. El comerciante recuerda que “en una reunión le explique al alcalde que yo tengo catorce metros y con la salida al Campillín me dejan seis, ¿usted cree que el fondo de comercio que tengo es igual aquí que allí? Es como si te sacan de casa uno o dos años y te mandan a una tienda de campaña en la playa…vaya usted”.
“Nuestra propuesta permitiría seguir trabajando mientras se arregla la cubierta, se digitaliza y se pinta. No queremos arriesgar nuestros negocios por una decisión del Ayuntamiento que nos perjudica. Lo que pedimos es que se escuche el modelo que queremos, porque el suyo es inviable y lo quisieron imponer”, añade.
Este comerciante que lleva treinta años en el Mercado recuerda que cuando la última reforma el alcalde Gabino de Lorenzo, del PP, “tuvo una manera de actuar colaborativa y compartiendo todas las ideas, y el proyecto salió adelante. Este nuevo no salió porque nos lo quisieron imponer. Después de tanto tiempo y de pasar una pandemia y varias crisis seguimos aquí, ahora se nos quiere imponer algo que no compartimos. Nosotros decimos que lo que es bueno para los comerciantes es bueno para Oviedo y los clientes, y de hecho el modelo funcionó hasta ahora. Hay que hacer un plan para los comerciantes y preguntarles cómo nos afecta. Transformar el Mercado no es poner cuatro bares arriba”.