El colectivo vecinal reclama al Principado la reforma urgente del alero del tejado y confía en seguir adelante en el concurso Europan 18 para la recuperación del inmueble
La Plataforma vecinal en defensa de La Malatería de San Lázaro cumplirá en marzo dos años de lucha para impedir el derribo de este emblemático edificio y conseguir para él nuevos usos que ayuden a dinamizar la zona. En este tiempo los vecinos han adecentado el exterior del inmueble, que lleva en desuso desde 2010, han recogido 6.000 firmas para evitar la demolición y, sobre todo, han logrado que el Principado busque alternativas para su recuperación.
Tras quedar desierto el concurso para construir viviendas para alquiler social y un centro asistencial para mayores convocado el pasado año, ahora el edificio está incluido en el proyecto europeo Europan 18 para jóvenes arquitectos, ha pasado el primer filtro en la fase nacional y a finales de este mes deben presentarse las especificaciones técnicas. Mientras tanto, la plataforma reclama la reforma urgente del alero para frenar su evidente deterioro y prepara nuevas acciones de concienciación en el barrio.
Con más de doscientas personas que colaboran de forma activa en la medida de sus posibilidades y el apoyo de otras miles, en su gran parte vecinos del barrio de San Lázaro, la Plataforma “La Malatería no se tira” está de celebración…o casi. En pocos días cumplirá sus dos primeros años de actividad y se dará un nuevo paso hacia la consecución de su principal objetivo: conservar y recuperar este histórico inmueble para el barrio y la ciudad. Y es que en pocas semanas el Principado deberá presentar el informe técnico del edificio a los responsables del proyecto Europan 18, un concurso de ideas arquitectónicas y urbanas que reúne a ciudades europeas y jóvenes profesionales menores de 40 años y en el que participan más de 50 localidades y más de 2.000 equipos.
miOviedo ha hablado con Berta Rodríguez, Beatriz Giudici y Ezequiel Echaniz, tres de los miembros más activos de la Plataforma, quienes comentan que lo más urgente es que comiencen las obras para reformar el alero del tejado en la parte delantera izquierda del edificio, que presenta un claro deterioro con huecos y desprendimientos que podrían acabar con su caída. “Queremos que mientras se desarrolla el proceso el concurso Europan 18 se invierta en mantenimiento”, señalan.
Las obras para intervenir en el alero ya han sido licitadas y adjudicadas por el Principado, pero los trabajos no acaban de comenzar y por ello la Plataforma ha solicitado una reunión inmediata con la Dirección General de Vivienda en la que pedirán información sobre este tema y sobre los informes técnicos que se llevarán al proyecto Europan 18, a la espera de que en junio un grupo de expertos del mismo visite el edificio.
El proyecto presentado a este programa el pasado mes de octubre con el material gráfico y una maqueta aportados por La Plataforma es muy conservacionista, en línea con la estrategia que persigue en sus intervenciones, basadas en criterios de sostenibilidad ambiental y con un cierto carácter social. En concreto, se propone conservar la fachada, dedicar la parte trasera a pisos tutelados para mayores en régimen de alquiler y reformar el ala delantera, donde los vecinos verían adecuado instalar una guardería infantil.
A la espera de que la propuesta siga adelante en el concurso, los miembros de la Plataforma siguen activos en su labor de concienciación sobre la importancia de un inmueble que desde hace 800 años siempre ha tenido una función asistencial, primero como leprosería, más tarde como casa de caridad, desde 1853 como asilo provincial y hospitalillo, hasta la construcción del edificio actual en 1929, continuando como albergue, residencia y centro de día, siendo gestionado por Cáritas y el Ayuntamiento de Oviedo. Como curiosidad, en el 34 fue sede del comité revolucionario, así como almacén de armas y explosivos. El edificio estaba equipado con lavandería industrial, contaba con calefacción central y baños con agua caliente, lo que no era habitual en la época.
En 1983 el Gobierno del Principado se hizo cargo de la institución convirtiéndola en una residencia para personas de la tercera edad de la red de Establecimientos Residenciales de Asturias (ERA) hasta que en 2010 cerró sus puertas debido a los desperfectos en el inmueble. Los residentes fueron trasladados a la residencia de la Tenderina y como señalan los miembros de la Plataforma “con la promesa falsa de que volverían porque esto es un caramelo para la especulación, así que nunca volvieron”.
Ese traslado dejó tras de sí en el edificio numerosas pertenencias de los residentes, así como material para su cuidado, algo que resulta extraño… parece como si hubieran salido a toda prisa por alguna emergencia.
En cualquier caso, La Malatería cerró y cayó en el olvido hasta que hace dos años Berta, Ezequiel, Beatriz y otros vecinos como Luis García, que se ocupa de pequeñas tareas de mantenimiento, comenzaron una lucha de la que ha salido un libro que repasa los ocho siglos de historia del edificio, cuyo exterior se ha librado de la maleza que lo invadía también gracias al trabajo del colectivo vecinal.
Pese a los logros cosechados, la Plataforma no baja los brazos y ha puesto en marcha nuevas iniciativas con entidades del barrio, la más reciente con alumnos del vecino colegio Veneranda Manzano, quienes están elaborando dibujos, redacciones y maquetas relacionados con el inmueble y que serán expuestos a finales de curso o recopilados en volumen. También se quiere incorporar al proyecto al cercano colegio las Escuelas Blancas.
Y en la activa mente de estos vecinos ya fluyen otras ideas como la de hacer un museo virtual con todo el material que han ido recopilando para lo cual han pensado en propone una colaboración con alumnos del IES Leopoldo Alas Clarín de las ramas de tecnología y audiovisual.
Estos cuidadores y vigilantes de La Malatería están empeñados en que este edificio, cuyo interior luce robusto en sus materiales pero deteriorado en algunas zonas, especialmente en las plantas altas, siga en pie como símbolo de lo que siempre ha sido, un lugar de acogida y ayuda a los que más lo necesitan y una enseña del barrio de San Lázaro.