Bomberos, música solemne y mantillas acompañaron a la Virgen en una de las procesiones más íntimas de la Semana Santa
Oviedo vivió ayer una de las procesiones más sobrecogedoras de su Semana Santa: la Procesión de La Soledad. A las 10:30 horas partió desde la parroquia de San Isidoro el Real el único paso de esta cita, portado a hombros por 32 costaleros y escoltado por el cuerpo de Bomberos. La imagen de la Virgen, símbolo del luto y la espera tras la muerte de Cristo, recorrió las calles del casco antiguo acompañada por la Unión Musical del Principado y un cortejo de mujeres vestidas con la tradicional mantilla española.
Durante dos horas, el silencio y el respeto marcaron el paso de la comitiva, que siguió un itinerario repleto de recogimiento y emoción. Uno de los momentos más significativos se vivió al regreso a la Plaza de la Constitución, cuando el trono cruzó bajo el arco del Ayuntamiento. Allí, el Rector dirigió una oración con lectura del Evangelio, y los costaleros alzaron la imagen de la Virgen mientras sonaba el Himno a la Virgen, cerrando con solemnidad esta procesión del Sábado Santo. La recogida tuvo lugar hacia las 12:30 horas en la parroquia de San Isidoro.