Creador polifacético con taller y academia en la ciudad, sus últimas creaciones pueden verse en el restaurante andaluz La Taranta, en la calle Rosal
Comenzó pintando para vivir y hoy vive para crear arte en múltiples facetas. Nació en Cuba, viajó por diversos países y casi por azar recaló en Oviedo donde el corazón le retuvo y donde desde hace algo más de 20 años tiene su vida, su taller de arte y sus proyectos. Pintor, escultor, coreógrafo, escenógrafo, ilustrador, creador audiovisual, profesor de pintura…Es Euliser Polanco, empeñado en buscar la esencia de la pintura en el legado renacentista. Sus últimas creaciones pueden verse en el restaurante andaluz La Taranta, en la calle Rosal.
Nacido en Las Tunas, la primera provincia oriental de Cuba en 1972, se iba a llamar Ulises, pero cuando su madre, que por entonces era bailarina clásica, sospechó que muchas de sus amigas le iban a copiar el nombre, decidió darle unas cuantas vueltas y terminó por registrarlo como Euliser. Es el más pequeño de cinco hermanos y pertenece a una familia en la que abundan los artistas: bailarines, músicos, pintores, arquitectos, así que no es de extrañar su amor por el arte.
Con 14 años comenzó el bachiller artístico y con 19 acabó la carrera de Bellas Artes en la Escuela Nacional de Arte de Cuba. Como le atraía el cine, quiso continuar su formación en la Escuela Internacional de Cine de Antonio de los Baños, pero la profunda crisis en la que su país estaba sumido a comienzos de los años 90 le obligó a buscarse la vida. Canceló sus planes con el séptimo arte casi antes de empezarlos, se llevó una sabana y unas pinturas del centro donde residía, pintó un cuadro y lo vendió en la Catedral de La Habana. Era también la época en la que Cuba se abrió al turismo y donde circulaban los dólares por las calles, así que se dedicó a vender obras gracias también a sus contactos con galerías locales.
Pocos años después, gracias a esos contactos logró tener un representante y viajar a Mallorca para trabajar con una galería de arte cuya propietaria era alemana. Luego viajó a Suiza y más tarde a Portugal, donde colgó algunas obras en la galería de la librería Barata, en Lisboa. También tenía proyectos en Estados Unidos, concretamente en New Jersey, donde llegaría a exponer años más tarde. Recuerda que “entre viaje y viaje volvía a Cuba y la gente, que lo estaba pasando mal, me decía qué haces aquí, quédate fuera, pero yo no quería”.
Y esa idea perduró hasta que durante un vuelo a España un conocido le propuso viajar a Asturias para exponer y así llegó a Oviedo, donde al poco tiempo conoció a su pareja. “Me volví seis meses a Cuba para pensar qué hacer, porque aquí las ventas de arte son muy complicadas, pero el peso del amor fue más fuerte y me volví. Dejé mis proyectos en Estados Unidos y desde 1999 vivo en Oviedo”.
Fue seleccionado para la muestra de Jóvenes Creadores del Principado en la sección de escultura, en 2003, pero recuerda que se le cerraron las puertas. “Me di cuenta que había pocos sitios donde exponer, concretamente galerías y muchos los que queríamos hacerlo, así que retomé el trabajo que estaba haciendo para Estados Unidos y pude exponer en New Jersey, en la galería Qvaba. Todo lo que llevé, lo vendí”. De aquella época recuerda y ensalza a la catedrática de Arte Julia Barroso, “a la que estaré eternamente agradecido; la considero mi madrina en el mundo del arte en Asturias”.
Euliser ha trabajado en múltiples facetas artísticas. Como ilustrador, en 2014 ganó el premio International Latino Books Awards gracias a su colaboración en el libro Los Mariachis, escrito por la artista cubana norteamericana Rita Rosa Ruesga y publicado por la centenaria editorial para niños y jóvenes Scholastic, con sede en Nueva York. También para Ruesga, hizo el vídeo clip Colores, con la participación de niños de su academia de arte de Oviedo, que fue nominado a los Grammys Latinos.
La propia artista cuenta su experiencia compartida con Polanco en el Blog de literatura de la Fundación Cuatro Gatos: “Euliser es un artista formidable. Con él había trabajado anteriormente en un video clip de una mis canciones: “Colores”. Para el trabajo del libro nos escribíamos a diario varias veces, intercambiábamos ideas, muestras, propuestas… Así fuimos puliendo el material. Euliser estudió minuciosamente las agrupaciones tipo mariachi para escoger los colores adecuados y recrear en sus dibujos cada instrumento”.
El propio artista explica que “me siento bien en cualquier forma de arte, desde haciendo performance con una bailarina contemporánea, coreografías, fotografía de moda, diseñando o haciendo escenografía”. Parece que nada se le resiste, hasta el punto de haber llevado con total éxito la dirección artística como escenógrafo en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, antes pasarela Cibeles.
En su estudio y academia de la calle Fray Ceferino de Oviedo, en un viejo y luminoso piso donde se respira arte en todas las estancias, Euliser lleva casi un año perfilando su último proyecto, una serie de pinturas, también piezas escultóricas, para el nuevo restaurante andaluz de Oviedo La Taranta, proyecto de su pareja cuyo interiorismo reproduce La Alhambra de Granada. En la parte de arriba y los comedores cuelgan obras de distintos formatos inspiradas en la cultura andaluza y ahora está terminando piezas escultóricas más conceptuales que se añadirán al comedor privado. “La Taranta es mi casa, así que me encanta este proyecto porque puedo hacer lo que me da la gana y me siento absolutamente libre para crear”.
En estas pinturas ya apunta Euliser su admiración por el arte del Renacimiento, especialmente en la técnica y el uso de la paleta de colores que da las obras una sorprendente profundidad. “La técnica renacentista le da importancia a una paleta de color que era limitada en cuenta a cantidades, con colores primarios que no son los que hay hoy en día; el amarillo era como un ocre, el rojo era bermellón, el negro marfil y la zurita. Y para mezclar se usaba aceite de linaza o nuez o de cártamo con el carbonato de calcio o cristal molido”, explica.
En el tablao de La Taranta dentro de poco colgará una espectacular vista de La Alhambra al anochecer, compuesta por varias piezas, una obra “más barroca que se trabaja empezando con carboncillo y luego se le da una imprimatura de color usando aceite de linaza con carbonato de calcio”.
De sus vivencias y su investigación sobre estas técnicas surge una nueva pintura, más allá de una primera época en Cuba donde creaba “postales” con reminiscencias del arte pop. “en Cuba me orientaba mas a la venta y al llegar aquí mi obra se transformó, Me cuestionaba como era mi trabajo en otra situación y decidí crearla a partir de mis experiencias, de cómo sufro, de cómo vivo, de cómo siento la alegría…Y establezco un análisis de la relación entre un país y otro, que es una experiencia personal pero también colectiva como emigrante”.
El artista explica que “he vuelto a hacer las paces con la pintura y me he entregado mas a la pintura artesanal, que cumpla con los requisitos de la pintura al modo tradicional o antiguo en cuanto a técnicas y materiales, al estilo renacentista y barroco, y todo ello en paralelo a una obra conceptual”.
Junto al también artista plástico cubano y mano derecha, Manuel Gómez, prepara ya un nuevo proyecto que presentarán proximamente y que está basado precisamente en esa vuelta a la esencia del arte al modo renacentista. Mientras tanto, continúa colaborando con la asociación de Artes Visuales Dos Ajolotes y con su empeño por transmitir a sus alumnos su profundo amor por el arte en el más amplio sentido del término.