
Se dará cuenta de que probablemente la ciudad actualmente vive del mito de haber sido la pionera en Asturias, pero con el tiempo se ha ido quedando atrás

En cualquier conversación sobre caminar por la ciudad y la infraestructura necesaria para hacerlo, que puedas tener en el ámbito asturiano, es habitual que acabe saliendo el ejemplo de Oviedo. Y no es menos cierto que la ciudad tiene amplias zonas peatonales, desarrolladas en las últimas décadas, que, por su tamaño y, a pesar de las cuestas, se presta mucho a desplazarse de esta manera, sobre todo en su zona central.
Sin embargo, si se recorre la ciudad a pie, más allá de esta zona, y se tiene la suficiente perspicacia para observar cómo está dispuesta y analizar sus elementos urbanos, se dará cuenta de que probablemente la ciudad actualmente vive del mito de haber sido la pionera en Asturias, pero con el tiempo se ha ido quedando atrás.
Les invito a pensar en estos detalles. Por ejemplo, seguro que les suena cómo están dispuestas las vallas que circundan cada cruce, evitando que se pueda cruzar por lugares indebidos. Son bastante habituales por toda la ciudad y en cada barrio. Lo que, en principio, parece resolver una cuestión de seguridad para las personas que caminan, termina convirtiéndose en una penalización para cualquiera debido a los rodeos que provocan. Y no hablemos ya de quienes tienen problemas de movilidad, como las personas mayores, para quienes las distancias sí importan. Para estas personas, el cruce en algunas de estas zonas se hace interminable y, en muchas ocasiones, inviable, a pesar de que el tráfico pueda ser menor. ¿Por qué no se reduce el tamaño de los viales para que las distancias en los pasos sean más pequeñas? ¿Por qué no se baja la velocidad de los vehículos para evitar invasiones peligrosas sobre las aceras o que sea peligroso cruzar, incluso por el propio paso?
Y es ahí donde quiero llegar. Piensen en calles como la Avenida del Mar, Menéndez Pidal, General Elorza o, incluso, en cualquiera de los relativamente nuevos desarrollos como La Florida o el entorno del HUCA en La Corredoria. En la mayoría de los casos, son fruto de antiguas circunvalaciones en los límites de la ciudad que han sido desbordadas. Pero, en el caso de los nuevos desarrollos urbanos, son producto de una concepción ya anticuada que entiende las calles como viales para coches y donde las personas, aunque disponen de amplias aceras, son secundarias y han de ceñirse a itinerarios predefinidos.
¿Le resta esta observación valor a las abundantes peatonalizaciones que hay en Oviedo en términos de espacio público? ¿O a las amplias aceras? Para nada. Pero sí evidencia una realidad que atraviesa la ciudad: muchas calles y avenidas son auténticas autopistas urbanas que crean barreras importantes para quienes no se desplazan en coche. Esta realidad, ampliamente asumida, no deja de ser un problema: no solo hablamos de barreras físicas o de la velocidad de los coches, sino también de contaminación y ruido, mucho ruido.
La ciudad depende ampliamente del coche, sobre todas las demás formas de desplazamiento, y esa dependencia no solo crea barreras que complican caminar por ella, sino que provoca infraestructuras desmesuradas y fomenta una demanda totalmente inducida. ¿Le suena aquello de que “un carril más descongestiona el tráfico”? Aunque suene contraintuitivo, la ciencia y la ingeniería llevan tiempo demostrando que no es así: a más viales, más coches. Y cuanto más se amplían estas infraestructuras, más tráfico generan, lo que lleva a problemas como atascos, contaminación, falta de aparcamiento, ruido y un gasto creciente en infraestructuras para tratar de paliar sus consecuencias sobre la salud y la ciudad.

El ejemplo de las obras realizadas con los fondos Edusi en la entrada de la ciudad quizás es una buena muestra de ello en sentido contrario, positivo: A más infraestructuras para caminar, ir en bici o desplazarse no solo para el ocio, más gente que toma la decisión de hacerlo por esas vías y probablemente no hacerlo en coche, fomentando un desplazamiento más activo y saludable.
Si nos fijamos en los datos disponibles en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) todavía vigente, encontramos que, ya en 2006, los desplazamientos en coche y moto, representaban el 50%, dejando el otro 50% para transporte público, peatones, bicicletas, etc. Según este documento, las inversiones previstas eran de 41,5 millones de euros para infraestructuras viales, más casi 3 millones adicionales para aparcamiento, en el marco temporal de 2017 a 2021. Sin embargo, el presupuesto destinado al transporte público, caminar, bicicletas, etc., apenas alcanzaba los 24 millones de euros. Aunque desconozco si estas cifras se ejecutaron por completo o cómo se interconectan con otros departamentos municipales, quizás reflejan una descompensación en el gasto que ayuda a entender los resultados que observamos en la trama urbana.
Sobre la calidad de las peatonalizaciones existentes
Aunque podríamos profundizar mucho más y quizás tengamos la oportunidad de extendernos en otro artículo, la calidad urbana de estas peatonalizaciones también se ha quedado desfasada. Hablamos, a veces, de vías con excesiva baldosa, hormigón u otros materiales poco permeables que acumulan gran calor en verano. Con poco verde real y excesivamente recortado, donde, si bien es habitual encontrar bancos, no es posible un uso más diverso. Esto quiere decir que es difícil encontrar parques infantiles, juegos u otros elementos que entiendan la calle como un espacio comunitario de convivencia diaria más allá del desplazamiento. Otro problema, sin duda, son las terrazas, que, mientras en algunas zonas no suponen grandes interrupciones, en otras directamente hacen desaparecer la calle. Lo mismo ocurre con la carga y descarga, la circulación de vehículos, etc.
En definitiva, si bien Oviedo tiene ya una buena base y las condiciones para que una movilidad más sostenible sea posible, con su infraestructura peatonal mejorable, su transporte público o su red ciclista/VMP, tiene amplias necesidades de mejora o están muy atrasadas respecto a cualquier ciudad de su entorno. Para ello, es indispensable cambiar el foco y reducir el peso del vehículo privado y estoy seguro que iniciativas como la futura ZBE, deberían usarse para ello. Sin embargo y como saben, Oviedo no solo es su zona centro y le queda mucho trabajo por hacer en cada uno de sus barrios.