La movilidad en Oviedo no es muy sostenible y necesita un replanteamiento general, no solo a nivel urbano, si no metropolitano y regional. A pesar de que no es su principal modo de moverse internamente, depende en exceso del coche y no ofrece alternativas a él

Cuando se habla de movilidad urbana, es fácil quedarse en la superficie habitual centrada únicamente en el “tráfico”: atascos, plazas de aparcamiento, tiempo que tardamos en llegar al trabajo en coche, etc. Pero para tomar decisiones que realmente mejoren el funcionamiento de una ciudad y ésta pueda mejorar medioambientalmente, lo primero que hace falta es un diagnóstico que trate el asunto de una manera integral. Es decir, observar con datos qué está pasando, cómo nos movemos, quiénes y qué consecuencias tiene todo eso.
Oviedo se encuentra en pleno proceso de elaboración de su Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), una herramienta que debería marcar el rumbo de la ciudad en los próximos años y que también es necesaria para acceder a ayudas estatales y europeas. Como punto de partida, el Ayuntamiento ha encargado un diagnóstico técnico que analiza la situación actual. Un documento normativo que se ha encargado a la empresa Vectio y que está ahora en fase de borrador, sometido a evaluación de impacto ambiental y disponible para toda la ciudadanía. Dentro de sus páginas se encuentran algunos datos que, lejos de ser neutros, dibujan con nitidez los problemas de fondo.
Oviedo, la ciudad que camina
Oviedo es una ciudad donde el 50% de las personas se desplazan a pie, debido a su proximidad y su tamaño. Esto puede parecer una buena noticia, y lo es en parte, pero hay que leerla con matices. En el diagnóstico se indica que la red peatonal de la ciudad no está adaptada ni pensada para ser la columna vertebral de la movilidad en Oviedo: semáforos que no están pensados para el peatón (teniendo en cuenta la gran cantidad de personas mayores que hay), exceso de vallas que alargan innecesariamente los itinerarios peatonales, todavía muchas aceras estrechas, cruces mal resueltos, barreras arquitectónicas que no cumplen las leyes de accesibilidad e infraestructuras que impiden la conexión entre barrios y actividades productivas. También se indica que aunque es una ciudad con muchas zonas verdes, la infraestructura verde, arbolado, etc, es mínima en el viario principal, lo cual afecta a la experiencia, que se percibe como inhóspita e incómoda. Mucho trabajo por hacer, que requiere un estudio y planificación.
Uso del coche en distancias cortas
Aunque Oviedo es una ciudad donde se camina mucho, como apuntamos, el diagnóstico nos lleva a intuir que Oviedo es también una ciudad centrada en el vehículo privado. Su uso, ocupa el 28.5% de los desplazamientos urbanos, siendo hasta el 82% viajes dentro del municipio y aproximadamente un 28% del total en el mismo distrito o barrio. Sorprende por tanto que una gran cantidad de viajes en coche, se hagan en distancias muy cortas. En general, aunque los jóvenes prefieren claramente el transporte público y la movilidad activa, su uso sigue aumentando, debido a la dispersión urbana y la segregación de áreas residenciales y laborales.
Es decir, si no vamos a pie que es la primera opción, los y las ovetenses prefieren el coche al transporte público, ya que este es ineficiente en sus frecuencias y los tiempos de viaje en coche son cortos. Las casas unifamiliares, las urbanizaciones y los centros de trabajo fuera del casco urbano, imposibilitan cualquier otra opción que no sea conducir.
Transporte público: la tercera opción.
El diagnóstico también pone sobre la mesa una realidad incómoda: el uso del transporte público en Oviedo es bajo, por debajo de lo deseable a pesar de que cubre prácticamente la totalidad del casco urbano. Las causas son diversas: Por un lado, hay frecuencias muy mejorables (por encima de los 30m en algunos casos) y los trazados no siempre se ajustan a las necesidades reales de los usuarios. Los recorridos de extremo a extremo de las líneas son muy largos y su velocidad comercial es baja, sobre todo cuando entra en contacto con el tráfico en diferentes tramos en ausencia de carriles bus. Aunque la integración tarifaria con la CTA, ha promovido mucho su uso, la intermodalidad entre la red urbana y metropolitana está muy limitada. Con paradas alejadas entre sí, itinerarios inexistentes y falta de información evidente.
Casi nadie va en bici o en VMP
El uso de la bici o el VMP en Oviedo es residual (Apenas el 3%) y muy enfocado en trabajos como el reparto, y eso no es culpa de la orografía, en este anterior artículo ya hemos analizado sus causas. Lo que falta es una red ciclista continua, segura y conectada con los puntos estratégicos. El diagnóstico reconoce que no hay infraestructura suficiente, ni está bien conectada, ni sistema de bicicleta público, que siempre incentiva su uso. Sin una apuesta decidida desde la administración, eso no va a cambiar por sí solo.
Contaminación, ruido y salud
El exceso de coche tiene consecuencias claras. El diagnóstico incorpora datos de contaminación del aire, ruido y salud pública. Existen áreas, especialmente con menor renta o más vulnerables, donde se superan los niveles recomendados y el tráfico es la fuente principal. Además, se señala la necesidad de actuar en clave preventiva, no solo cuando se superan umbrales legales. La ausencia de una Zona de Bajas Emisiones (ZBE), no ayuda a mejorar en este sentido. La ley estatal exige desde 2023 que todas las ciudades de más de 50.000 habitantes la implanten, pero en el caso de Oviedo, el borrador aplaza su implantación injustificadamente y no está justificado con datos ambientales ni se proponen medidas compensatorias. El Ministerio ya ha advertido que este incumplimiento puede conllevar sanciones económicas y afectar a la financiación europea.
Un punto de partida
El diagnóstico, junto a un borrador del PMUS, que es a mi juicio muy mejorable, traza un retrato nítido: la movilidad en Oviedo no es muy sostenible y necesita un replanteamiento general, no solo a nivel urbano, si no metropolitano y regional. A pesar de que no es su principal modo de moverse internamente, depende en exceso del coche y no ofrece alternativas a él, dejando a buena parte de la población a expensas de un transporte público ineficiente y a una infraestructura peatonal y activa (bici y VMP), mejorable. Si el nuevo Plan de Movilidad Sostenible que se redacte a partir de este diagnóstico, no se atreve a transformar el modelo actual, entonces habremos perdido otra oportunidad para construir una ciudad más habitable para todas y todos.